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By Nathalie Garcia, Psicóloga de bewolfish especializada en psicología y coaching deportivo con experiencia en psicología deportiva de alto rendimiento, ex deportista.
Volver a estar en pleno rendimiento tras haber sufrido una lesión que ha requerido de un largo período de recuperación puede no ser tan fácil como esperaríamos. Es precisamente por este motivo que vamos a hablar de los principales aspectos que pueden aparecer en dichas circunstancias y de cómo abordarlos para estar de vuelta en plena forma en el menor tiempo posible.
En primer lugar, debemos tener muy presente que las prisas no nos van a ayudar en momentos así. Probablemente, durante todo el tiempo que hemos estado inactivos o realizando los entrenamientos de recuperación y sin competir, hemos tenido la sensación que los rivales, e incluso los compañeros, han estado avanzando y mejorando mientras nosotros hemos estado “perdiendo el tiempo”, o aun peor, hemos retrocedido. Con esto en mente, fácilmente podemos caer en la trampa de intentar compensar en pocos días los meses de parón. No hace falta decir que el sobreentrenamiento puede provocar lesiones, por ello es evidente que debemos seguir las cargas de entrenamiento que nos marquen los preparadores físicos y entrenadores, así como seguir las indicaciones de los fisioterapeutas. Además, debemos marcarnos objetivos de rendimiento reales y adecuados a nuestro estado físico del momento, ya que, en caso contrario, podemos acabar frustrados y con una falta de confianza y motivación que nos alejarían de los buenos resultados por un tiempo aun mayor que el que la propia lesión requiere.
Así pues, para combatir las prisas, debemos seguir unos sencillos pasos y empezar a trabajar nuestra vuelta des del momento en el que nos lesionamos. Esto incluye marcar los tiempos de recuperación, ajustar objetivos, trabajar sobre nuestras expectativas y, si es posible, aprovechar el tiempo que estamos lesionados para mejorar otros aspectos que normalmente no tenemos tanto tiempo de trabajar.
En segundo lugar, por el miedo a volver a lesionarnos, a veces cambiamos, aunque sea de forma mínima, el movimiento técnico que requiere la parte del cuerpo que se lesionó. Muchas veces este cambio en el gesto es totalmente inconsciente y, si nadie nos pregunta por ello o nos lo hace notar, podemos darnos cuenta cuando ya es demasiado tarde y así sobrecargar alguna zona muscular, lesionarnos de nuevo o resultar ineficaces en la ejecución. En ocasiones, lo que cambiamos no es el gesto técnico en si, si no que dejamos de realizar alguna acción porque es en la que nos lesionamos o porque deducimos que también nos podría provocar una lesión. En cualquiera de los dos casos mencionados es evidente que nuestro rendimiento se va a ver mermado por dichas variaciones.
En cualquier caso, para lograr evitar estos cambios, voluntarios o involuntarios, la psicología deberá ir de la mano de los demás profesionales para poder concentrarse en aspectos que favorezcan el adecuado gesto técnico/táctico que mejore el rendimiento del atleta. Además, si conocemos qué elementos son señales reales de alerta de una posible complicación en la recuperación, podremos dejar de pensar en ello y centrarnos en la ejecución sin preocupación alguna. Todo esto con estrategias que nos ayuden a canalizar nuestras emociones para que tampoco se interpongan en el buen rendimiento.
Finalmente, a menudo intentamos pasar por el proceso de una lesión completamente solos, sin contar con las personas de nuestro entorno deportivo y/o social. Recibir ayuda de expertos que nos puedan asesorar y apoyarnos en personas cercanas nos va a permitir, entre otras cosas: reducir el estrés, tener en cuenta factores que tal vez nos pasan por alto y/o ser conscientes de cómo estamos afrontando la situación.
Recuerda, si no nos precipitamos, gestionamos nuestras dudas y confiamos en las personas que nos puedan ayudar, lograremos estar de nuevo a nuestro máximo nivel lo antes posible.
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