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Cinco años de su vida, de su pre adolescencia, dedicada al Barça. ¿Sacrificio? No, gratitud por haber podido disfrutar de su pasión. Hablamos con nuestro futbolista Ion Perelló que durante cuatro años viajó de Tortosa a Barcelona para participar en los entrenamientos del Barça y con 15 años entró en La Masia. Una historia de sacrificio y esfuerzo para disfrutar del futbol, pero también una historia de ilusión y honor por vestir la camiseta azulgrana.
A los cuatro años, el pequeño Ion Perelló empezó a jugar a fútbol con el CD Tortosa. Nos confiesa que allí donde estaba la pelota, iba él detrás. Hasta los 11 años esta relación tan sencilla y natural con el balón se forjó con los colores rojo y blanco del equipo de la capital del Baix Ebre. Con 11 años le llamaron a participar en las pruebas del Futbol Club Barcelona. Sólo necesitó un entrenamiento para llamar la atención del staff azulgrana que le invitaron a formar parte del equipo. Ion Perelló nos explica que no lo dudó ni un momento, les contestó un sí confiado y lleno de ilusión. Con voz nostálgica nos cuenta que para él todo aquello era muy grande. Un chico arraigado a su tierra que no visitaba la capital de Catalunya con frecuencia, de repente se encuentra en una gran ciudad, en un club histórico, rodeado de futuras estrellas y con tan sólo 11 años. Pero Ion Perelló admite que no lo vivió con miedo o presión, sino con la ilusión de un niño de 11 años al que le dan la oportunidad de jugar en uno de los mejores clubes del mundo.
Sacrificio podría definir los tres años que viajó de Tortosa a Barcelona en taxi, tres días por semana para entrenar con el Barça. Pero Ion Perelló nos asegura que no lo sentía como un sacrificio, sino como la oportunidad de cumplir un sueño. Aunque los sueños nunca son gratuitos. De los 11 a los 13 años, un taxi le recogía en Tortosa e iba subiendo hasta la capital, recogiendo por el camino a otros futbolistas. Eran dos horas de ida y dos de vuelta, 177km de subida y 177km de bajada, tres veces por semana durante tres años para ir a entrenar. De subida se ponían al día con los futbolistas que compartían el taxi, de bajada todos dormían. Además, el joven futbolista tenía que saltarse las clases por la tarde para acabar llegando a casa pasadas las 11h de la noche. Recuerda que durante esos años nunca se paró a pensar en todo lo que dejaba atrás, aunque confiesa que en casa siempre le recordaban la importancia de no descuidar los estudios. Aunque Perelló nos admite que, en ese momento, para él la escuela estaba en un segundo plano. El futbol era, es y será, siempre lo primero.
Después de tres años viajando a Barcelona, cuando cursaba tercero de la ESO, y con la nueva Masia en construcción, Perelló fue cedido al CD Tortosa. A pesar de que ya había firmado con el Barça para la siguiente temporada, fue cedido al club de su ciudad para que pudiera asistir más a clase. Aun así, seguía entrenando dos días por semana con el Barça y participando en los torneos y partidos amistosos con el club azulgrana. Al año siguiente, con La Masia nueva ya construida, se fue a vivir a Barcelona. Le preguntamos por su paso por La Masia y nos confiesa que tenía siempre la cabeza en casa, especialmente al principio. Se añoraba de su familia y estaba constantemente pensando en la vida que llevaban sus amigos en Tortosa. Un día a día muy distinto al de La Masia. Perelló se levantaba a las 7:30h de la mañana, desayunaba y se preparaba el bocadillo para la hora del recreo. Un autobús les llevaba al Instituto en Barcelona, el Lleó XIII, para hacer clase durante la mañana, de 8h a 13:30h. De allí volvían a recogerlos y les llevaban a La Masia, donde comían, descansaban y hacían repaso para profundizar en los conceptos que no habían entendido en el instituto. Tras las dos horas de entrenamiento, cenaban y se iban a la cama. A las 11h de la noche el televisor se apagaba automáticamente, era hora de dormir.
Admite que durante ese año nunca se aburrió, siempre había algún compañero al que molestar. Pero recuerda, con un hilo de frustración en su voz, que le mataba ver a sus amigos de Tortosa saliendo sin que él pudiera añadirse a la fiesta. Le hubiera encantado poder disfrutar de su sueño en el Barça a la vez que disfrutar de sus amigos. Pero al decirlo, rápidamente nos confiesa que es consciente de que no es compatible. Este era uno de los sacrificios que tenía que hacer para disfrutar de su pasión. Un sacrificio que no todos los que le rodeaban eran conscientes de lo que suponía. Recuerda que muchos de sus amigos le animaban cuando le veían bajo de moral, pero también recuerda que muchos otros le tenían envidia por estar vistiendo la camiseta del Barça sin ser conscientes de todo lo que estaba dejando atrás. Según Perelló, muchas personas no son conscientes de que por estar jugando con el Barça se perdía muchas comidas familiares, cenas navideñas, vacaciones de semana santa. Ahora nos confiesa que a su yo de 15 años le diría que no se añorase tanto, que se centrase más en disfrutar del momento, que esa es una oportunidad única que no debe dejarse escapar.
Para ir terminando, le preguntamos por su aprendizaje en el Barça. Como futbolista, lo que más aprendió fue la manera de entender el juego y la capacidad para gestionar positivamente la presión. Recuerda que, siendo azulgrana, estaba siempre en el punto de mira, tanto en los partidos como en los entrenamientos. Hay tantos futbolistas desando vestir la camiseta azulgrana que tienes que demostrar constantemente tu valía para seguir formando parte del club, nos explica. A pesar de ello, Perelló admite que no lo vivió con estrés, por su carácter competitivo y su confianza en sí mismo, vivió esa presión como algo positivo y alentador. De su paso por el Barça, también recuerda la profesionalidad y la disciplina que le inculcaron, un aprendizaje que sigue aplicando a día de hoy. Además, admite que en La Masia les educaron para tener un buen comportamiento en el Instituto como representantes e imagen del club, una educación que le ha ayudado a seguir creciendo y evolucionando como persona.
Finalmente, le preguntamos por sus compañeros en La Masia. Perelló augura un futuro lleno de éxito para Carles Aleñá, actual jugador del Barça B, y para el surcoreano Lee que actualmente juega en la primera división italiana. Estos dos nombres son los que le vienen a la cabeza, aunque admite que son muchos más los que de bien seguro triunfarán en el mundo del futbol. Ion Perelló termina la conversación diciendo que nunca olvidará los cinco años que jugó con el Barça, que para él esa fue una experiencia que le servirá para toda la vida.